El Vuelo de Hypnos (X)
COMISARIADO
2016
En los últimos años la presencia del cine en los museos se ha ido extendiendo y diversificando. Videoartistas, creadores multimedia, artistas digitales y cineastas que utilizan, exploran y reinventan el medio sin complejos, sin nostalgia del pasado y combatiendo contra los viejos estigmas de la imagen en movimiento. De modo que resultaría conveniente volver a pensar el cine desde la tradición artística a partir de los nuevos espacios de creación y exhibición. La décima edición de El Vuelo de Hypnos afronta por primera vez en diez años un proyecto enteramente audiovisual. Un desafío creativo y expositivo dadas las singularidades del mismo: un proyecto que pone en diálogo las obras de artistas contemporáneos con el patrimonio histórico de la localidad cordobesa de Almedinilla.
Javier Artero (Melilla, 1989) presenta en la primera planta del museo Made in Almedinilla, una vídeo-instalación monocanal en la que vemos desfilar una serie de cajas contenedoras de diferentes restos arqueológicos provenientes de los yacimientos íbero y romano de Almedinilla. Las cajas se muestran cerradas, sin mostrar su contenido, que solo se delata por escuetas etiquetas manuscritas. Estos pequeños contenedores se van presentando sin orden cronológico. Cajas que sugieren sucesos, retratos, un fragmento de tiempo, relatos. Hay una suerte de represión impuesta por el artista, la terrible contención -para el espectador- de no mostrar el contenido de las cajas. Una represión que funciona a modo de silencio o elipsis. El esfuerzo para el espectador está en aislar el enunciado de las pegatinas que identifican los envases con el propio envase. Porque estas cajas no repiten una metodología científica, o algo nos dice que en su momento no pudieron llevarla a cabo. Vemos vetustas cajas de cartón con marcas comerciales de refrescos, leche, aceite, licores, agua, pasta, detergente y hasta chucherías.
Fuente Grande es el título de la vídeo-instalación de Luis López Carrasco (Murcia, 1980), presentada en la planta baja del Museo Histórico Arqueológico dedicada al olivo. La pieza se compone de dos películas proyectadas sobre las dos caras de una misma pantalla colgada del techo. Las imágenes se muestran en blanco y negro y mudas. En ellas vemos escenas sobre la recolección de la aceituna y su procesado en una almazara local. También vemos el entorno de trabajo, un olivar de montaña. Y gentes de la localidad resolviendo estos trabajos. Las dos proyecciones contienen las mismas imágenes, en blanco y negro, mudas y desde el mismo punto de vista. Si bien aparecen destacables diferencias formales: una de las proyecciones se ha filmado con tecnología digital y en formato panorámico (16:9), la otra con soporte fílmico en Super-8 y en un formato más cuadrado (4:3). Lejos de provocar una mera repetición de contenido, el resultado con esta duplicidad le confiere a las imágenes un aura misteriosa. Mientras que en la proyección digital la imagen es nítida, con más detalle e información en el plano, en la proyección química la textura propia del soporte fílmico interfiere en nuestra percepción. Al ver las imágenes a uno y otro lado no queda claro si lo que presenciamos es un documental o una ficción teatralizada, o incluso material encontrado (found footage). En general existe una pulsión didáctica en cada una de estas imágenes estáticas y explicativas, donde prima la ausencia de sentimentalismos hacia el paisaje y los cuerpos que en él habitan, seres filmados en sus tensiones vitales con el trabajo, apelando a los métodos de producción y a la reivindicación de la clase obrera como una fuerza social atemporal.
María Cañas (Sevilla, 1972) presenta en la segunda planta del museo, dedicada al mundo romano, Campo de sueños, un vídeo monocanal que funciona como un sueño guiado. Cañas utiliza material audiovisual existente, invocando imágenes de películas conducidas por una locución “marciana”. Recursos estos ya clásicos en la trayectoria de Cañas, artista que aboga por un cine sin cámara. La génesis de este vídeo está en un sueño: en él avanzamos a tumbos en la noche persiguiendo los trazos de una canción rebelde, la sagrada anarquía de un tiempo y un espacio idos, un instante preñado de visiones, profecías, mitos, rumores, un palimpsesto hecho de falsas verdades que dinamito en nombre de dios. Creamos en la santidad de la tierra sabia y benigna que guarda en su vientre los cuerpos cenicientos de hombres y mujeres dignos y libres que hicieron del anarquismo su único Dios. De Roma a Almedinilla, del Imperium a la Guerra Civil española, Cañas busca con esta obra la memoria rebelde y apocalíptica, avanzando a tumbos en la noche persiguiendo los trazos de una canción.
El Vuelo de Hypnos (X) también llevó a cabo el taller creativo Museo de Arqueología Emocional dirigido por los artistas Beatriz Sánchez y Antonio Blázquez. Como cada año, los habitantes de Almedinilla se convierten en partícipes activos de parte del proyecto. En esta edición los dos artistas cordobeses se han aliado para idear un taller sobre procesos creativos manuales aplicado al vídeo (gif animados, animación stop-motion…), a partir de objetos personales de los habitantes de Almedinilla y de otros enseres encontrados en la localidad, previamente manipulados. El resultado de este taller también se puede contemplar en la Sala del Molino y los Cereales del Museo Histórico Arqueológico.
2023 © JUAN LÓPEZ LÓPEZ