VIDEOCREACIÓN

MiniDV Pal, Stereo. 2002-2005

JUAN LÓPEZ LÓPEZ

El proyecto Cities no existe como tal hasta que en 2005 concluyo el tercer y último vídeo de un tríptico audiovisual sobre la relación entre ser humano y ciudad, cuerpo y arquitectura. Si bien las secuencias temporales de las tres piezas son autónomas unas de otras, podrían estar relacionadas o incluso mezcladas entre sí, dado que hay elementos formales comunes: sucesión diacrónica de acontecimientos, encuadre documental, localizaciones aparentemente intrascendentes, búsqueda del movimiento, negación de argumento, fascinación por la vida urbana, manipulación digital de las imágenes, montaje trepidante o caótico...

En esta lógica del no-relato en la que la expectativa de una sucesión diacrónica de acontecimientos es anulada definitivamente, el rol del artífice se sitúa en una posición intermedia y problemática que podría corresponder a una evolución del operador benjaminiano. La mezcla de cine documental y film experimental de estas tres piezas donde la ciudad ya no representa sólo el escenario de la acción sino la posibilidad de unas estructuras “multiformes y desarticuladas como la realidad misma”, permiten trazar un esbozo de la ciudad posmoderna.

No obstante cada trabajo contiene unos resortes temáticos que lo diferencian del resto. Budapest propone una hipervisualización de los mecanismos de transmisión de la imagen, de la pantalla, hasta hacer de ella el objeto mismo de la contemplación, en un acto de renuncia poética a la trascendencia de la imagen. Rituales documenta el intervencionismo continuo, el interminable y vertiginoso crecimiento de la ciudad de Valencia encaminado hacia la supuesta ciudad perfecta. Youthdream, Youthquake yuxtapone diversos órdenes sociales, diferentes estratos del urbanismo de Córdoba como metáfora entre El ser de hoy vs. El ser de mañana.

En cierto modo Cities es deudor del cine-ojo de Dziga Vértov y de otros directores de las vanguardias cinematográficas como Walter Ruttman, Jean Vigo, Joris Ivens o Ernesto Jiménez Caballero, en cuyo cine al no haber centro no hay lectura dominante ni clausura, se deja libre la mirada y se necesitan varias visiones.